El desequilibrio hormonal que experimenta nuestro organismo durante la menopausia e incluso ya desde la premenopausia, hace que nuestro cuerpo sufra cambios que provocan que tengamos una mayor propensión a sufrir ciertas enfermedades.

Como siempre os digo, la menopausia no es una enfermedad, pero debemos acudir a nuestro médico para mantener un control y evitar el desarrollo de las enfermedades asociadas a esta etapa de la vida.

Nuestro cuerpo es como un reloj de alta precisión, en el cual cada pieza tiene una función específica pero el fallo de una de ellas, afectará al funcionamiento de todo el mecanismo. De igual modo que cuidaríamos un reloj que consideramos como una joya, evitando todo aquello que pudiera dañarlo y deteriorarlo, así debemos cuidar nuestro cuerpo. La prevención es el mejor tratamiento contra las enfermedades.

La bajada de niveles de estrógenos provoca la disminución de colágeno, haciendo que nuestra piel esté más seca, deshidratada y flácida, contribuyendo a la aparición de arrugas.

La renovación de masa ósea pierde calidad. La Osteoporosis, conocida como la enfermedad silenciosa, muestra los primeros síntomas cuando ya está avanzada.

La bajada de estrógenos produce sequedad vaginal, lo que puede desarrollar infecciones en la zona, así como hacer que las relaciones sexuales puedan llegar a ser incómodas y, en algunos casos, hasta dolorosas.

Puede sufrir alteraciones como el aumento de la frecuencia urinaria.

Sabemos que los estrógenos contribuyen a mantener limpias nuestras arterias y bajos los niveles de colesterol en sangre. Por tanto, durante la menopausia aumentan los riesgos cardiovasculares. Deberemos prestar atención a nuestros niveles de colesterol y posibles problemas de diabetes e hipertensión.

También, durante el climaterio femenino podemos notar cambios de humor, estados de irritabilidad o tristeza, sufrir de sofocos nocturnos o pérdida de calidad del sueño.

Si a lo largo de nuestra vida debemos llevar una dieta sana y equilibrada (rica en todos los nutrientes necesarios para mantener una buena salud), más aún debemos seguir esta máxima durante la perimenopausia y menopausia. Pero, además, para ese extra necesario en esta etapa de la vida de la mujer, podemos recurrir a los suplementos naturales que nos ayudarán a contrarrestar el desequilibrio hormonal que se produce.

Planta que crece en lugares húmedos y sombríos de China. Pero lo interesante de este vegetal son sus raíces y rizomas, ricos en flavonoides, fitoesteroles, carvacrol, ácido palmítico, vitaminas y minerales. En tónico nos ayuda a mejorar la circulatorio sanguínea. Por su acción estrogénica nos ayuda a combatir los sofocos, alteraciones del sueño, sequedad vaginal y estabiliza los vasos sanguíneos

Planta natural que contiene sustancias similares a los estrógenos. Según algunos estudios, posee un potencial muy superior a las isoflavonas de la soja para aliviar los síntomas del climaterio femenino. Por otro lado, es muy bueno para aliviar la irritabilidad por sus cualidades sedantes.

Una variedad de vaya que, por sus propiedades nutricionales, reaviva la función ovárica y reduce la atrofia vaginal. Nos ayuda a combatir la osteoporosis y es muy eficaz para tratar las infecciones urinarias de repetición, como la cistitis.

La espiga de este árbol tiene una acción similar a las hormonas femeninas. Nos ayuda a evitar los dolores tras las relaciones sexuales y es un buen remedio para combatir los sudores nocturnos.

Este fruto rojo es aconsejable para prevenir las disfunciones ginecológicas. Corrige hemorragias y congestión de mamas con quistes. Además, la hoja de la frambuesa ayuda a normalizar el desequilibrio hormonal, proporcionando alivio de los síntomas del climaterio femenino.