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Ya sabemos que nuestra salud empieza en el intestino y que depende del equilibrio de nuestra flora intestinal. Y es aquí, donde los probióticos y los prebióticos juegan un papel importante. No debemos confundir los unos con los otros aunque, juntos, ayudan a que disfrutemos de buena salud.
Microbiótica Intestinal
400 especies distintas de bacterias, que en conjunto suman millones, viven de la simbiosis en nuestro intestino. Su papel es regular los nutrientes, protegernos de microorganismos patógenos, aquellos que nos causan las enfermedades, y permitir un correcto funcionamiento del sistema inmunitario y sistema nervioso.
Ambas, las bacterias beneficiosas y las patógenas, conviven en el intestino. Las “buenas” producen unos ácidos que bajan el PH del intestino grueso de manera que impiden el crecimiento de las “malas”. Por eso, estamos más sanos en la medida que contamos con estas bacterias beneficiosas y su capacidad de controlar y vencer a las patógenas.
¿Qué desequilibra nuestra flora intestinal?
El estrés, una alimentación inadecuada o deficiente, falta de sueño, tabaco, alcohol o medicaciones como antibióticos hacen que el número de bacterias descienda y se desequilibre.
¿Qué son los Probióticos?
Son microorganismos vivos que al ser agregados como suplemento en la dieta, favorecen el desarrollo de la flora microbiana en el intestino. Es decir, Introducimos bacterias buenas que protegen contra enfermedades infecciosas del tracto respiratorio superior, urinario, alergias y riesgo cardiovascular. La definición de probiótico aceptada por la FAO, la OMS y los expertos, es que son microorganismos vivos que cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud. Así lo demuestran los más de 8.400 estudios llevados a cabo en los 5 últimos años, que incluyen ensayos tecnológicos y de mecanismos de acción, y de los que 740 son estudios clínicos.
¿Qué son los Prebióticos?
Son ingredientes, no digeribles, de la dieta que estimulan el crecimiento o la actividad de uno o más tipos de bacterias en el colon. Alimentan estas bacterias, potenciando el efecto de los probióticos.
¿Cuándo los necesitas?
Hay algunos síntomas que nos dan la voz de alarma. Por ejemplo, cuando tienes hinchazón o dolor abdominal, flatulencia o después de una comida en la que parece que «nos hemos comido una vaca” y realmente no hemos comido copiosamente. También, si no acudimos regularmente al baño, estreñimiento, o diarrea
¿Dónde los encontramos?
Los probióticos se encuentran en lácteos fermentados, como el yogur. Los prebióticos se consideran parte de la fibra alimentaria, aunque no toda la fibra alimentaria es prebiótica. Están presenten en vegetales, legumbres, cereales integrales y frutas, de ahí la importancia de su consumo.

Probióticos y prebióticos los podemos encontrar también en complementos nutricionales, pero es conveniente que en este caso sea nuestro médico quien nos aconseje su consumo.

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Doctora Maroto
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